Advance your Mission, Indianápolis octubre 2016
Asamblea de Communicators for Women Religious
Del 4 al 7 de octubre de 2016, la oficina de comunicación de la UISG ha participado en Indianápolis (EUA), en la Conferencia anual de la CWR, Communicators for Women Religious, Advance your Mission, una organización que reúne a los responsables de la comunicación de las Congregaciones Religiosas para que promuevan la misión. A través de la metáfora de las carreras de coches, pues esta ciudad es conocida mundialmente por su circuito de fórmula 1, se desarrolló el tema de este encuentro.
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Brevemente analizaré los aspectos personalmente más relevantes desde tres ámbitos distintos pero íntimamente relacionados:
En primer lugar el contacto con la vida religiosa en EEUU que manifiesta la necesidad de comunicar; con ello quiero decir que las congregaciones religiosas viven también la inquietud social de hacerse visibles, de darse a conocer en una sociedad en la que no existe una cultura religiosa y en la que ya no se entra en contacto con las hermanas a través de obras y servicios en otros tiempos habituales. Del mismo modo las congregaciones también deben conocer su audiencia, la de su propio instituto, pues hoy conviven en ella generaciones, con lenguajes, culturas y tradiciones distintas, ¿se es consciente, se valora, se crean relaciones significativas con los nuevos receptores? La pregunta para nosotras sería ¿en qué medida en nuestros institutos nos comunicamos y comunicamos? ¿creemos firmemente en el reto de hacerse presentes en una sociedad que desconoce a las hermanas?
En segundo lugar se describe y analiza de forma precisa el nuevo receptor de nuestro mensaje hoy, los “millennials”, para poder acercarse a ellos y, así mismo, para acogerlos en nuestras congregaciones. Ello requiere un análisis profundo y crítico, personal y comunitario, para responder a las inquietudes de los jóvenes que no nos conocen, pero que en muchos casos, son abiertos y generosos, solidarios y aventureros dispuestos a sacrificios cuando encuentran sentido a sus opciones. ¿Nos presentamos como una opción real y posible para las nuevas generaciones? ¿los formamos en una cultura vocacional o solo descubren en nuestros institutos una excelente calidad profesional?
En tercer lugar, debemos aprovechar las grandes posibilidades que la tecnología nos regala: medios muy atractivos y un grupo de receptores muy amplio al que el mensaje puede llegar materialmente, sí, ¿pero “toca” su corazón? Al mismo tiempo, si bien los programas y canales de participación son poderosos comunicadores, hay que conocerlos y usarlos con una cierta competencia para que su efecto sea el deseado, para que no se nos vuelvan en contra y, principalmente para que manifiesten la identidad y esencia de la vida religiosa.
La reflexión es el primer paso para el cambio; el futuro de la vida religiosa es esperanzador si creemos en el Señor, si confiamos en su poder transformador en todo y en todos, si somos capaces de compartir nuestra vida, de implicar a otros, si escuchamos los signos del espíritu para nuestro tiempo y acogemos su feedback, si nos dejamos interpelar y aceptamos sus retos.
Pero como bien sabemos, el mensaje solo surgirá de una vida religiosa vivida en profundidad y nutrida de la contemplación. Solo se transmite desde el ejemplo y el testimonio; seguramente no se nos distinga por lo que hacemos sino por cómo lo hacemos y, sobre todo, por lo que somos: personas espirituales y contemplativas personal y comunitariamente, de comunión, de encuentro, diálogo y escucha. Abrir las puertas para que entren en nuestras comunidades y conozcan este día a día quizás tan monótono que, vivido en plenitud y alegría, transmite el Evangelio; para que conozcan nuestra fortaleza: el lenguaje del silencio de Dios en la oración contemplativa, sin palabras y plena de sentido, rebosante de espíritu porque es espacio sagrado.
Como siempre la novedad radica en la presentación del contenido de forma sistematizada, organizada y estructurada; el llamamiento a estar presentes en las redes, suscitar interrogantes y convertirnos en respuesta. El desafío es comunicar desde la contemplación, manteniendo el contacto con Dios, dejando que su amor incondicional sea el único mensaje, porque solo el amor tiene poder convincente a través del servicio. Para muchos vamos a ser el único rostro de Dios que alcancen a conocer, que nuestra mirada sea de amor, salgamos a buscar la “oveja perdida” de nuestros lugares y tiempos.
Y por último nuestro testimonio radica en Dios, somos su mensaje y su obra hoy; unamos fuerzas y carismas para fortalecer nuestra misión global: anunciar el Evangelio a todos los confines de la tierra.
Nota: en la Asamblea han participado 146 personas (laicas y hermanas), 12 de Canadá, 1 de Irlanda, 2 de Italia
Hna. Anna Sánchez Boira MN – UISG Communication Office
Sor Karol Escobar FCP says:
Excelente artículo.
Necesitamos ser testimonio de amor y darlo a conocer al mundo.
Paz y bien