Hacerse hermanos, hacerse hermanas
La Vida Consagrada al servicio de la Fraternidad en un mundo herido
Un encuentro de la UISG y la USG sobre Fratelli Tutti
26-28 mayo 2021
Esta reunión conjunta de miembros de la USG y de la UISG surgió de un deseo creciente a nivel de los Consejos Ejecutivos de la USG y de la UISG de oportunidades para reunir a los líderes de congregaciones femeninas y masculinas y reflexionar juntos sobre temas importantes durante este tiempo desafiante en la Iglesia. y el mundo. La estructura y forma de proceder de las dos Uniones es bastante distinta. La USG organiza dos Asambleas por año, en mayo y en noviembre, mientras la UISG se reúne en Asamblea una vez cada tres años. Normalmente, participan en sus Asambleas unos 125 miembros de la USG, por lo cual se decidió invitar a un número similar de Superioras Generales de la UISG a unirse a la Asamblea de mayo. El tema seleccionado fue La Vida Consagrada al servicio de la Fraternidad en un mundo herido. Las participantes de la UISG incluyeron, en primer lugar, a los miembros de Consejo Ejecutivo de la UISG y a las delegadas de las Constelaciones de la UISG en el mundo. El resto de participantes fue seleccionado para representar a otras partes del mundo y se añadió un número de participantes más de las Constelaciones más grandes. Fue un histórico primer encuentro que ha sido muy valorado por todas las participantes. Se pretende organizar más reuniones a medida que emprendamos juntos un camino sinodal durante el cual se invitará a participar a otros miembros de la UISG.
Testimonio de tres Superioras Generales participantes en el encuentro
Hna Lucía María De Luca, Instituto Hermanas Terceras Mercedarias del Niño Jesús (original: español)
¡La belleza de ser hermanos/as de todos!
Haciendo memoria de estos tres días de Asamblea de hermanos y hermanas lo que más me ha impactado: ¡La cercanía en la distancia en este tiempo compartido! Participamos religiosos representando a todos los continentes, de muchísimas lenguas y culturas. En el momento de compartir, la distancia física y cultural fue una riqueza de nuestros encuentros. Darnos cuenta que muchos más están caminando en diferentes partes del mundo, llevando a Dios en medio y con ellos, me confirma que Jesús sigue en medio de su pueblo. También el compartir la vivencia de cada congregación me permitió alzar la mirada para descubrir que el mundo nos necesita juntos.
Un mundo herido
Otro tema que me impacto mucho fue trabajar el lema “Hermanos y hermanas en un mundo herido”. Nos dimos cuenta en estos días, que nosotros estamos heridos (lo sabemos intelectualmente pero no siempre nos conectamos con ellas), y que el Señor después de la Resurrección siguió compartiendo la vida con las cicatrices de las heridas. Él nos invita, a que nosotros/as reconozcamos que nos hacemos hermanos, con la humanidad, en esta condición de vulnerables, y así nos envía a caminar en medio de los más frágiles compartiendo la experiencia de un Dios que sigue transformando el mundo, sigue haciéndonos más humanos.
Salir hacia los demás con humildad
Nuestras salidas hacia los demás, muchas veces están teñidas de omnipotencia, de dádiva, de asistencialismo: salimos desde nuestras seguridades y fortalezas. ¡Escondemos nuestras fragilidades, nuestro pecado! El Espíritu nos va llevando a salir así, con la humanidad que somos, caminando en medio del pueblo, caminando al lado del que sufre, muchas veces en silencio, otras con el corazón y la vida desgarrada por el dolor y el sufrimiento. Es ahí donde nos hacemos hermanos/as de los demás porque Jesús nos va transformando.
Hna. Franca Onyibor, Hermanas Misioneras del Santo Rosario (Original: inglés)
Me conmovió la invitación a hacer una pausa, mirar, ver y tocar las heridas de nuestros hermanos y hermanas más vulnerables. En este sentido, el testimonio de dos miembros (de la UISG y la USG) me impulsó a dar gracias por los cientos y miles de consagrados y consagradas que están tratando de hacer lo mismo en todo el mundo. Me llamó la atención la profundidad del encuentro que tuvo lugar en las discusiones en grupos pequeños entre hombres y mujeres consagrados de diferentes países y culturas del mundo. Nuestro compartir destacó que todos nosotros, hombres y mujeres, llamados a liderar nuestras congregaciones en este momento sin precedentes, somos hermanos y hermanas que hacemos lo mejor de nosotros mismos en nuestros contextos, con nuestros dones y nuestras heridas. Salí ansiosa por seguir participando en solidaridad con nuestros hermanos trabajando por una Iglesia sinodal que camina muy cerca con los heridos en el campo de batalla de la vida, escuchando con grandes oídos y gran corazón, especialmente a las mujeres (e incluyendo la Tierra – nuestra casa común).
Ecos para mi Congregación
Los temas que estoy trabajando con mi congregación incluyen “Aprender a liderar desde la vulnerabilidad” para ser más capaces de tocar las heridas de aquellos a quienes servimos… también en colaboración con otros, Indagar cómo podemos nosotras facilitar que se escuche la voz de las mujeres (y la de aquellos situados en los márgenes) durante este camino sinodal.
Hna. Margaret Anne Mills, Hijas de Nuestra Señora de la Compasión (Original: English)
Construir puentes para que, como hermanas, podamos mejorar la vida de las personas. Crear espacios de intercambio y encuentro con quienes ayudan y quienes son ayudados.
Vivir la vida religiosa abajándonos para estar con nuestros hermanos y hermanas. Mirando, tocando las heridas. El Señor Resucitado está herido. Salir al encuentro de la persona. Los heridos están en nuestra comunidad y están a la puerta de nuestra casa. El confinamiento nos ha permitido a muchos de nosotros mirar el patio trasero de nuestra propia casa; tenemos tiempo para hacerlo ahora. La prisa por las reuniones y los viajes es actualmente limitada. La tecnología tiene la oportunidad de ser un regalo y de permitirme relacionarme con mis propias hermanas con más frecuencia.
Personalmente…
Una invitación a caminar con los vulnerables y estar con ellos para descubrir mi propia vulnerabilidad. Salir y cuidar de los vulnerables. Dejarse contaminar por la gente. Dar y recibir. Las personas vulnerables son mis hermanas; ellas permiten que yo descubra mi vulnerabilidad. Juntas, como comunidad religiosa, podemos estar con las personas vulnerables, heridas que se encuentran en las afueras de nuestras casas o quizás en el autobús mientras viajamos.
Aprendizaje y horizontes…
Necesitamos recordar que no somos Dios. Reconocer los dones de los laicos. ¿Cómo podemos ser agentes de cambio, caminando con los pobres?
Crea una cultura de comunión:
- Caminar juntos como gente herida y con los heridos.
- Ver las heridas de mis hermanas y dejarles ver las mías.
Siempre que sea posible, aprovechar la oportunidad de ver las sonrisas de la gente y escuchar sus lamentos.
UISG Communications Office