Boletín UISG n. 171-2020

Presentación del Boletín UISG n. 171-2020

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Experiencias de “sororidad” en un mundo globalizado

En este número del Boletín hemos querido tratar más de cerca aspecto dramático del fenómeno de las inmigraciones forzadas de nuestro tiempo: la atención a los menores extranjeros no acompañados.

La Iglesia y la Vida Consagrada están comprometidas en primera línea en la Tutela de los menores y de los adultos vulnerables. El cuidado de los menores extranjeros no acompañados se incluye en este cuadro más amplio y es un fenómeno de gran actualidad. Creemos que es muy importante conocer y comprender este fenómeno, a partir de las causas que lo determinan teniendo en cuenta las diversas perspectivas desde las cuales podría ser discutido y abordado.

Como mujeres, tenemos un instinto natural para la protección de los niños, como consagradas estamos llamadas a vivir nuestras vidas como “presencia de la caridad de Cristo en medio de la humanidad“, para sembrar esperanza y traer nueva vida en los contextos de pobreza y marginación que nuestro mundo globalizado nos pone ante nuestros ojos.

Como mujeres consagradas, por lo tanto, tenemos mucho que ofrecer a esta humanidad que sufre y lo hacemos juntas, creando “sororidad“, formando redes de comunión y colaboración que nos dan empuje y fortaleza, y nos protegen de la tentación de alejarnos de las heridas de Cristo:

A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo.” EG, 270

 

Doctora Angela Rinaldi

Experiencia migratoria y desarrollo humano de los “menores extranjeros no acompañados”

En términos de desarrollo humano, la inmigración de los menores no acompañados puede definirse como un proceso educativo profundo. Una conciencia real de esto puede llevar a las personas que están tratando este fenómeno a comprender la totalidad del proceso del desarrollo de los menores. Se trata de una verdadera “transición de unas condiciones menos humanas a unas condiciones más humanas”, como afirma el papa Pablo VI. La inmigración representa este “movimiento” de condiciones menos humanas a condiciones más humanas a nivel físico, psicológico y social. Este concepto de desarrollo tiene un fuerte impacto en la persona y en todas las áreas de la estructura social, hasta el punto de que los actores sociales, libres de la mentalidad de “chivo expiatorio”, pueden contribuir a su propio desarrollo y al de la sociedad en la cual viven.

 

Hna. Pat Murray, IBVM

Imaginar el liderazgo en una comunidad global

Nuestras comunidades y congregaciones son puntos nodales de un lienzo mucho más grande de dinámicas culturales, históricas y económicas. Lo que sucede en una parte del mundo, o en una congregación o en una parte de la congregación, refleja el todo y habla en nombre del todo. Desde esa perspectiva global, comenzamos a darnos cuenta de que la “lujosa diversidad” en la vida religiosa y nuestra conexión en todo el mundo pueden tener un impacto significativo. Las redes y los proyectos intercongregacionales que están surgiendo hoy hablan proféticamente de la unidad de la humanidad. Muchas veces, en Sudán del Sur, la gente de allí, aunque muy agradecida por el modo diverso que teníamos de responder a sus necesidades, preguntaba repetidamente a los religiosos que vivían entre ellos: “¿Cómo viven juntos procedentes de tantas tribus diferentes?”. Por esto es importante trabajar juntas y con otros para aprender a vivir interculturalmente, para confrontar los prejuicios y el racismo, y nuestras actitudes y comportamientos etnocéntricos.

 

Hna. Anna Sanchez Boira, MHSFN

Hermanas en comunión sororal en y para el mundo en el siglo XXI

La comunión sororal en la Vida Religiosa apostólica femenina es signo profético. Los carismas en comunión son expresión de la riqueza del Evangelio, del misterio de Cristo que cada Instituto es llamado a difundir por gracia del Espíritu. Dios con nosotras y a través nuestro evangeliza. He aquí el desafío de la vida apostólica: habitar el mundo como hermanas y hermanos, y en comunión de carismas anunciar el Evangelio y hacerlo creíble en nuestro tiempo.

 

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